jueves, marzo 27, 2008

Crónica por el Día del Joven Combatiente

¿Quién combate a quién?



Para hoy y mañana, 28 y 29 de Marzo, diversas organizaciones populares, políticas, culturales y sociales del país han convocado a una Jornada Nacional de Protesta Popular, enmarcada dentro de lo que se ha denominado el Día del Joven Combatiente.

Muchos no conocen el origen de esta conmemoración, y que no es “celebración” como algunos medios la indican, puesto que no obedece a una festividad o acontecimiento que amerite ser celebrada con el correspondiente júbilo que eso implica. Por el contrario, es una “conmemoración”, es decir: “Con memoria”… con recuerdo, con una mirada hacia el pasado.

Y los jóvenes combatientes a los que se recuerdan, principalmente los caídos durante los años de dictadura militar y también aquellos muchachos y muchachas abatidos en estos años de régimen presidencial, son generalmente hombres y mujeres provenientes de sectores populares, allí donde las desigualdades y las carencias van forjando un espíritu de rebeldía y lucidez social, que sumado al ímpetu característico y necesario de los jóvenes los lleva casi siempre a enfrentar la violencia con la violencia.

Muchos tienen a la vez una opinión segregada sobre estos hechos y suelen mencionar a esta fecha como el Día del Joven Delincuente, rebajan así a una categoría de festividad lúmpen la expresión pública del malestar y la disconformidad de diversos sectores del país. Y es que por lo general quien mira sólo desde su vereda, sin ponerse en la vereda del otro para obtener un plano general del paisaje, suele opinar y cuestionar, juzgar y castigar, con una precisión bastante errada.

La violencia debe siempre ser objeto de total repudio, injustificable e inaceptable como forma de relación entre individuos, y menos entre grupos, sociedades, pueblos y naciones. Pero ¿debe ser considerada como violencia sólo la pedrada, el vidrio roto, el grito, la capucha…? ¿Qué ocurre con esa violencia sistemática y permanente que reciben los jóvenes? Sólo por nombrarlos a ellos, en virtud de esta fecha, y dejando fuera a los niños, los adultos y ancianos, minorías étnicas, trabajadores, cesantes, etc.

Los jóvenes, parte importante de nuestra población, ven complicado su futuro por el mercantilismo en la educación, son discriminados socialmente por sus vestimentas y sus tendencias tribales, son cuestionados porque priorizan el ocio y la diversión frente al trabajo o el compromiso con el status familiar, se les coarta la libertad sexual pero se les bombardea con erotismo televisivo. Se estigmatiza a los jóvenes como drogadictos, borrachos, irresponsables, ladrones, flaites, pungas… en fin, tantos adjetivos hay como trancas tenemos.

Y si agregamos la violencia política, donde se decide que a los 14 años son adultos para ser juzgados y castigados pero jamás para votar y decidir sobre políticas de gobierno. ¿Qué pasaría si los jóvenes pudieran elegir a sus dirigentes políticos? ¿Habría más interés en ellos en transformar y mejorar el sistema que los rige? ¿Acaso no es real el hecho de que: “quien no puede acceder a la buena lo intenta a la mala”? ¿No dice nuestro escudo patrio “Por la Razón o la Fuerza?...

Muchos podrán decir que en estos años de sistema presidencial (rehuso a usar el término “democracia” en este artículo) se han abiertos espacios para los jóvenes, tema que puede dar para largo debate, pero en la práctica ¿Se considera su opinión al momento de decidir?.

Este 28 y 29 de marzo probablemente veremos por televisión las barricadas, las fogatas, los jóvenes apedreando carros policiales, destruyendo vitrinas, y habrá una parafernálica seguidilla de declaraciones y condenaciones hacia estos hechos. Pero nadie hará mención a las causas reales que originan el descontento. Nadie hablará de la mala educación, de la salud inaccesible, de los abusos laborales, de los asesinatos de jóvenes como Lemún y Catrileo, aun sin justicia, de los abusos a conscriptos dentro de los cuarteles, de la represión a niños y jóvenes mapuche en sus comunidades, del negocio usurero de los institutos y universidades, de la cesantía tormentosa de jóvenes profesionales, de la mala calidad del aire que respiran, de la mala calidad del agua que beben, de las casas diminutas en que habitan, de la estupidización diaria que reciben por la televisión, los diarios y las radios, de la falta de espacios de desarrollo barrial, de la corrupción en el estado que dilapida recursos que podrían ser usados en mejorar su calidad de vida, de las municipalidades que botan millones en romper innecesariamente calles aun aptas en vez de crear espacios de desarrollo o mejorar áreas verdes en barrios periféricos.
Nadie hablará estos días del sufrimiento de los cotidianos y anónimos jóvenes combatientes, sólo renegarán de sus gritos.

Y es que cuando se está cómodo y satisfecho en el sillón de la casa suele molestar que golpeen nuestra puerta para reclamar la ayuda ofrecida y jamás otorgada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

te felicito desde talca,comparto su ideal,cada dia mas jovenes en busca de su identidad,buscan pega la encuentran, pero el abuso esta presente,trabaje mijito,pero sin contrato,aaaaaa no se le ocurra cobrar hora extras, este negocio no es rentable..........el dia del joven combatiente es poco.......deberia ser revolucion ahora o nos integran en esta sociedad corrupta o a la calle a romperlo todo.

Anónimo dijo...

ahora sí que sí. llamarles combatientes a terroristas desalmados que mataron hasta niños. otra degeneración del marxismo.

ELVIS GARCÍA.
TRAIGUÉN