Nelly Lemus, la Pakarisca:
“Todos pueden danzar”
Hoy se celebra en el mundo entero el Día Internacional de la Danza. Fecha establecida por la UNESCO en 1982 como un homenaje al destacado maestro francés Jean Georges Noverre, coreógrafo que dio un revitalizador impulso al arte dramático en el ballet, llevando la danza a una expresión mucho más completa que sólo movimiento y finura.
En Chile, el gobierno a través de su institucionalidad cultural ha centrado este día en la figura del coreógrafo Octavio Cintolesi, fallecido recientemente en agosto de 1999.
Y por todo nuestro país podemos encontrar trabajadores culturales vinculados a la difusión de la Danza, hombres y mujeres que mediante talleres, pequeños grupos, proyectos e iniciativas autogestionadas desarrollan propuestas de arte y cultura a través de esta disciplina que involucra nuestro cuerpo y su infinita gama de expresividad.
Centraré mi experiencia en la danza y el contenido de este artículo en el trabajo y legado de una gran mujer del norte de Chile. Amiga, maestra y compañera de innumerables aventuras socioculturales: Nelly Lemus Villa.
Nacida en la ciudad de Chañaral, se radica a temprana edad en Antofagasta, capital de la Segunda región. Profesora Normalista, investigadora incansable de los bailes promesantes del norte chileno, prolífica poetisa del paisaje humano del desierto y las alturas andinas, militante comunista, primero por herencia y luego por consecuencia y amor al pueblo dolorido, animadora sociocultural, madre y padre a la vez y por sobretodo una representante poderosa de su género libertaria y creadora.
La "Pacarisca", llamada así por su grupo de baile, que durante los años de dictadura resistía al represivo embate anticultural a través de puestas en escena con música andina en el mítico Tambo Atacameño, al alero de la Universidad del Norte. Allí se forjaron corazones y conciencias y por mucho tiempo fue un refugio donde nos encontrábamos los públicos y los clandestinos en torno a la danza, a la música, el teatro, la poesía, el canto.
Tito Fernández, el Temucano, le escribió una canción que la describe y la ilumina. Y los hermanos Márquez crecieron bajo su mirada y formaron el Grupo Illapu, junto a ellos los Pacarisca bailaron muchas veces, luego en el exilio el grupo creció musicalmente pero nunca dejaron el vínculo con la maestra de Antofagasta, y de ella han musicalizado varios poemas, dos de los más conocidos son: “Mamita Obrera” y “Escribo por Ejemplo”, esta última canción es claramente autobiográfica y de una belleza literaria enorme enriquecida con la maestría musical de Roberto Márquez.
Nelly Lemus enseña y practica la Danza desde sus inicios como maestra normalista, incorpora en sus metodologías de Profesora de Castellano lo aprendido tras años de observar los pies de los danzantes morenos, gitanos, chunchos, kullacas, etc., que en coloridas cofradías rinden devoción y agradecimiento a la Virgen de La Tirana, la “chinita” como se le conoce en el norte grande. Y es en ellos donde Nelly Lemus desarrolla su propuesta de enseñanza que se resume en la frase “Todos pueden danzar”. No hay impedimento de cuerpo o clase. Cuando se entiende el sentido del baile, el espíritu de la danza invade nuestra mente y nuestra carne y nos eleva en el ritmo del sonido interior. Nelly Lemus descubre que nuestra vida, nuestra historia individual y colectiva, nuestro pasar por la existencia está marcada por determinados estados, representados en la danza de los promesantes tanto en sus pasos, sus movimientos, como en las letras de sus canciones y la gráfica de sus trajes y estandartes.
Hoy se celebra en el mundo entero el Día Internacional de la Danza. Fecha establecida por la UNESCO en 1982 como un homenaje al destacado maestro francés Jean Georges Noverre, coreógrafo que dio un revitalizador impulso al arte dramático en el ballet, llevando la danza a una expresión mucho más completa que sólo movimiento y finura.
En Chile, el gobierno a través de su institucionalidad cultural ha centrado este día en la figura del coreógrafo Octavio Cintolesi, fallecido recientemente en agosto de 1999.
Y por todo nuestro país podemos encontrar trabajadores culturales vinculados a la difusión de la Danza, hombres y mujeres que mediante talleres, pequeños grupos, proyectos e iniciativas autogestionadas desarrollan propuestas de arte y cultura a través de esta disciplina que involucra nuestro cuerpo y su infinita gama de expresividad.
Centraré mi experiencia en la danza y el contenido de este artículo en el trabajo y legado de una gran mujer del norte de Chile. Amiga, maestra y compañera de innumerables aventuras socioculturales: Nelly Lemus Villa.
Nacida en la ciudad de Chañaral, se radica a temprana edad en Antofagasta, capital de la Segunda región. Profesora Normalista, investigadora incansable de los bailes promesantes del norte chileno, prolífica poetisa del paisaje humano del desierto y las alturas andinas, militante comunista, primero por herencia y luego por consecuencia y amor al pueblo dolorido, animadora sociocultural, madre y padre a la vez y por sobretodo una representante poderosa de su género libertaria y creadora.
La "Pacarisca", llamada así por su grupo de baile, que durante los años de dictadura resistía al represivo embate anticultural a través de puestas en escena con música andina en el mítico Tambo Atacameño, al alero de la Universidad del Norte. Allí se forjaron corazones y conciencias y por mucho tiempo fue un refugio donde nos encontrábamos los públicos y los clandestinos en torno a la danza, a la música, el teatro, la poesía, el canto.
Tito Fernández, el Temucano, le escribió una canción que la describe y la ilumina. Y los hermanos Márquez crecieron bajo su mirada y formaron el Grupo Illapu, junto a ellos los Pacarisca bailaron muchas veces, luego en el exilio el grupo creció musicalmente pero nunca dejaron el vínculo con la maestra de Antofagasta, y de ella han musicalizado varios poemas, dos de los más conocidos son: “Mamita Obrera” y “Escribo por Ejemplo”, esta última canción es claramente autobiográfica y de una belleza literaria enorme enriquecida con la maestría musical de Roberto Márquez.
Nelly Lemus enseña y practica la Danza desde sus inicios como maestra normalista, incorpora en sus metodologías de Profesora de Castellano lo aprendido tras años de observar los pies de los danzantes morenos, gitanos, chunchos, kullacas, etc., que en coloridas cofradías rinden devoción y agradecimiento a la Virgen de La Tirana, la “chinita” como se le conoce en el norte grande. Y es en ellos donde Nelly Lemus desarrolla su propuesta de enseñanza que se resume en la frase “Todos pueden danzar”. No hay impedimento de cuerpo o clase. Cuando se entiende el sentido del baile, el espíritu de la danza invade nuestra mente y nuestra carne y nos eleva en el ritmo del sonido interior. Nelly Lemus descubre que nuestra vida, nuestra historia individual y colectiva, nuestro pasar por la existencia está marcada por determinados estados, representados en la danza de los promesantes tanto en sus pasos, sus movimientos, como en las letras de sus canciones y la gráfica de sus trajes y estandartes.
Estos “estados” los define en cuatro etapas: Difícil Acceso, Largo Camino, Centro de Mundo y Eterno Retorno.
Además descubre que la Danza, así como cualquier otro arte, NO PUEDE estar ajeno a las otras experiencias de la vida. Que se nutre de cada una de ellas y a la vez las alimenta. Todo se relaciona, todo va y viene formando al Ser Histórico. En el año 1985, junto a Nelly Lemus y otros trabajadores culturales formamos el Taller de Animación Sociocultural incorporando la Danza como una de las herramientas de trabajo comunitario, y descubro así que el cuerpo humano es un universo expresivo y que sólo está limitado por las trancas íntimas de cada individuo y por las restricciones sociales que buscan establecer “reglas” para controlar nuestra corporalidad, coartando la libertad de expresión no sólo de la palabra sino también del gesto y del movimiento.
La semana pasada me tocó viajar a Antofagasta y me reencontré con Nelly Lemus después de muchos años distantes, y llegué a su casa, el centro de mundo en calle Orella 1250, y me encuentro con mi amada amiga y maestra en lo que siempre ella a amado, danzando. Me sumo a su ámbito y colaboro con la preparación de una clase-taller de Danza que ella impartirá en la Casa de la cultura de Antofagasta con motivo de la celebración del día Internacional de la Danza. Iniciativa organizada por el Concejo de las Artes y la Cultura de la Segunda Región.
Ahora he vuelto al verde sur, a la lluvia y el frío… y ese sol nortino, con sus cerros rocosos y secos, con el mar azul profundo y furiosos, se ha venido en el sonido y los movimientos que aun, a sus 70 años de edad, Nelly Lemus sigue entregando a hombres y mujeres, a jóvenes y niños. Su historia de vida ha sido una danza permanente, con dolores profundos y felicidades gigantes. No ha sido jamás mezquina con su arte, ni la han enceguecido las luces de neón, tampoco ha caido en la arrogancia y autosuficiencia de aquellos que se creen “maestros” o “artistas” y viven en una autoadulación crónica. Ella es como su danza, libre y para todos.
Y así como Nelly Lemus hay muchos más, anónimos la mayoría, trabajando por “amor al arte” y con la convicción de que se está en lo correcto, en lo necesario. Cada cual ha tenido un difícil acceso, y recorre un Largo Camino hasta lograr crear ese Centro de Mundo que nos da la seguridad para recomenzar, el Eterno Retorno.
El día Internacional de la Danza puede ser también una fecha para celebrar a quienes no han querido “danzar” al ritmo de esta sociedad inhumana y prehistórica, sino que han preferido seguir “bailando” con los pies de la libertad y la música de la esperanza, creando una coreografía donde estamos todos invitados, pero a la cual muchos no se suman porque desde niños les han dicho que NO SABEN o NO DEBEN BAILAR. Pero no es así, cuando se trata de la Danza de la Libertad TODOS PUEDEN DANZAR.
Además descubre que la Danza, así como cualquier otro arte, NO PUEDE estar ajeno a las otras experiencias de la vida. Que se nutre de cada una de ellas y a la vez las alimenta. Todo se relaciona, todo va y viene formando al Ser Histórico. En el año 1985, junto a Nelly Lemus y otros trabajadores culturales formamos el Taller de Animación Sociocultural incorporando la Danza como una de las herramientas de trabajo comunitario, y descubro así que el cuerpo humano es un universo expresivo y que sólo está limitado por las trancas íntimas de cada individuo y por las restricciones sociales que buscan establecer “reglas” para controlar nuestra corporalidad, coartando la libertad de expresión no sólo de la palabra sino también del gesto y del movimiento.
La semana pasada me tocó viajar a Antofagasta y me reencontré con Nelly Lemus después de muchos años distantes, y llegué a su casa, el centro de mundo en calle Orella 1250, y me encuentro con mi amada amiga y maestra en lo que siempre ella a amado, danzando. Me sumo a su ámbito y colaboro con la preparación de una clase-taller de Danza que ella impartirá en la Casa de la cultura de Antofagasta con motivo de la celebración del día Internacional de la Danza. Iniciativa organizada por el Concejo de las Artes y la Cultura de la Segunda Región.
Ahora he vuelto al verde sur, a la lluvia y el frío… y ese sol nortino, con sus cerros rocosos y secos, con el mar azul profundo y furiosos, se ha venido en el sonido y los movimientos que aun, a sus 70 años de edad, Nelly Lemus sigue entregando a hombres y mujeres, a jóvenes y niños. Su historia de vida ha sido una danza permanente, con dolores profundos y felicidades gigantes. No ha sido jamás mezquina con su arte, ni la han enceguecido las luces de neón, tampoco ha caido en la arrogancia y autosuficiencia de aquellos que se creen “maestros” o “artistas” y viven en una autoadulación crónica. Ella es como su danza, libre y para todos.
Y así como Nelly Lemus hay muchos más, anónimos la mayoría, trabajando por “amor al arte” y con la convicción de que se está en lo correcto, en lo necesario. Cada cual ha tenido un difícil acceso, y recorre un Largo Camino hasta lograr crear ese Centro de Mundo que nos da la seguridad para recomenzar, el Eterno Retorno.
El día Internacional de la Danza puede ser también una fecha para celebrar a quienes no han querido “danzar” al ritmo de esta sociedad inhumana y prehistórica, sino que han preferido seguir “bailando” con los pies de la libertad y la música de la esperanza, creando una coreografía donde estamos todos invitados, pero a la cual muchos no se suman porque desde niños les han dicho que NO SABEN o NO DEBEN BAILAR. Pero no es así, cuando se trata de la Danza de la Libertad TODOS PUEDEN DANZAR.
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