Que bien representa la denominación de “Pastor” para quien
tiene a su cargo el control y posterior sacrificio de millones de sumisos y
resignados “corderos”.
Un Pastor es quien se
preocupa y cuida de un rebaño o manada de animales, que por su carencia
de inteligencia y sentido de la independencia de vida, se somete a todas las
acciones que el Pastor ejecute en ellos. Y el Pastor realiza su trabajo no por
el bienestar propio de los animales, o por un sentido de amor incondicional
hacia esa otra “especie”, sino porque ese rebaño es el que le entrega los
beneficios y regalías que él estima merecer. Es así que los vende a quien le
ofrezca mejor precio, se alimenta de ellos, los sacrifica y comercializa sus
restos, los castiga a golpes, e incluso se aprovecha de ellos para dar rienda
suelta a sus perversiones. Y por si fuese poco, se ayuda de otros animales, como perros y/o caballos, para mantenerlos en el rebaño, sumisos y obedientes. Por eso se les llama “corderos” u “ovejas”, ya que
es la especie con la cual se cometen las mayores aberraciones y la que ofrece
mayor sumisión a sus pastores.
Este concepto ganadero no es muy distinto del que hemos
visto en los “Pastores” de las instituciones religiosas, especialmente la
católica (apostólica y romana).
A través de la reciente historia (siglo XX e
inicios del XXI) la cantidad de hechos denunciados de abusos, sexuales y
económicos, de “pastores” sobre sus “rebaños” evidencia la constante corrupción
del sentido de “guía espiritual” de sacerdotes, y a mayor grado de autoridad
mayor es el grado de perversidad y criminalidad. Pareciera que para ascender en
la curia eclesial los méritos se miden según lo perverso que se llega a ser.
Y cómo las Iglesias son por lo general organizaciones
cerradas, herméticas, con códigos secretos, poseen redes de protección y
autoayuda increíblemente poderosas. Pero lo peor de todo, y quizás lo que
principalmente sostiene esta aberración, es que el “Rebaño” cree a ciegas lo
que su pastor les dice, y así van en fila y sonrientes hacia el matadero.
Da escalofríos ver a millones de personas pendientes de conocer al nuevo
carnicero. A globalizados medios de comunicación buscando antecedentes, que justifiquen
y eleven hasta el grado de santidad, de quien ejercerá el poder criminal de una
institución que horada profundamente la existencia de una humanidad libre,
evolucionada, diversa y sana. Así ha sido y, al parecer, así seguirá siendo nuestra
historia. Todo avance hacia el desarrollo integral del ser humano está siempre interrumpido, cuestionado y hasta
destruido por la Iglesia.
Que quede claro que no es un cuestionamiento sobre la
existencia o no de Dios, ese no es el tema, ni me interesa tratarlo. Aquí
hablamos de la institución que
administra la Fé, de quienes se autoproclaman representantes e interlocutores
válidos de un Dios, de quienes promueven un modelo de servilismo y obediencia
ciega hacia ellos y hacia su organización. Y aquí entran TODAS las iglesias del
mundo, no sólo la católica. TODAS.
Ahora ya ha terminado la espera para las ovejas y corderos,
tienen un nuevo “Pastor” que les hará creer que vivir en corrales, ser
sacrificadas, abusadas, vendidas y corrompidas en su esencia es un “deber ante
Dios” y que la recompensa les llegará en “otra vida”. ¿Por qué no se mueren
ellos y se van hacia esa otra vida tan maravillosa y exquisita que promueven?
Son como los antiguos vendedores de jarabes y medicinas que alababan sus
productos pero que nunca los tomaban, pues sabían en el fondo que sólo eran
engaños para enriquecerse.
Los Corderos ya tienen a su “Pastor”, que siempre
han sido lobos con piel de oveja, y que esta vez resulta ser un vecino
nuestro. Lo siento por ellos, por la Presidenta de ese país, a quien estimo y valoro. Ella deberá enfrentar a un, no tan nuevo pero sí más poderoso, enemigo y que pondrá
en serios aprietos el desarrollo de una unidad latinoamericana que está en evidente gestación.
Para los que no estamos en el rebaño tampoco será fácil,
pues deberemos lidiar con tanta oveja ciega y sorda que se cruzará en nuestro
camino poniendo trabas a la evolución y al desarrollo integral de una sociedad
justa, solidaria e inclusiva. Estos hechos me confirman cada vez, y es una opinión muy
personal, que ese tal Dios no existe, pues si El fuese como dicen que es, entonces algo
anda mal porque quienes lo representan están hace siglos atornillando al revés.
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