Otro año pasa y otro año llega.
Aunque es tan sólo un cambio de fechas, de un calendario impuesto por una religión que se caracteriza por imponer sus ideas y visiones de lo humano y lo divino.
Aunque es un día más y un año menos, y con sus horas y minutos iguales en medida pero distintos en emociones.
Aunque no nos cambia la piel ni el pelo, pero si nos cambia el corazón, aunque pareciera que todo sigue igual pero no se siente así en el interior.
Aunque algunos dicen que todo será igual, pero deseamos que no ocurra y màs allà del pesimismo y la amargura siempre esperamos algo de felicidad.
Aunque nuestros enemigos siempre estarán al acecho, alimentándose de nuestros logros y carcomiendo incesantes nuestras cortezas, sabemos que ellos nos necesitan, pues sin nosotros no podrían existir.
Y aunque las anónimas bestias sigan, desde las sombras, murmurando y blasfemando sobre nuestra luz, sabemos que por más años que pasen no podrán calmar su hambre ni su rencor, aun a pesar de ellos y de ellas, tristes esperpentos del camino, aun así avanzamos, aún así derribamos muros, aún así la tierra se nos ofrece plena y bondadosa para nuestros sueños de libertad, de amor y de paz.
Aunque América se revoluciona desde la morena sangre del caribe bolivariano, Chile se entrega como ramera al falo violento del imperialismo y abofetea al continente como si fuese el hijo predilecto que reniega de sus hermanos.
Aun así miramos el futuro, aun a pesar del dolor político, del dolor social, del dolor cultural.
Aun a pesar de ver a los hijos de la tierra, los adoloridos Mapuche, pasar sus días entre rejas para calmar la ambición del mercado y la ceguera del gobierno “socialista”.
A pesar de sentir que este país no nos pertenece, que tiene dueños y nosotros sólo somos arrendatarios, inquilinos, peones en un campo ajeno.
Aun así amigos y amigas, la esperanza subsiste, se alza entre las espinas y reclama su minuto de gloria. Aún así se levanta el puño, el corazón, la voz, el fusil, el machete, la piedra, la poesía, el canto, el libro, la razón.
Aun así deseamos que la aurora llegue, que el sol despierte una mañana con un mundo distinto, más humano, más verdadero, mas justo… más nuestro.
Aún, a pesar del llanto y del espanto, el amor exige su hora… que no se nos haga tarde para abrirle la puerta…
Desde Temuco, región Mapuche, Chile…
Que la felicidad humana venga con el Nuevo Año para ustedes, para nosotros… para todos.
Felicidades
Malkiano.
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