Estamos a una semana de entrar en la vorágine consumista y autocomplaciente del mal llamado Bicentenario de Chile. El país, y especialmente el gobierno, ha desarrollado toda una parafernalia fiestera para celebrar un cumpleaños nacional.
Los medios de comunicación han visto en esto una muy beneficiosa oportunidad de lucro y concientización consumista, llevando a niveles inimaginables la saturación de sus pautas editoriales, con programas dirigidos a esa gran masa alienada de ciudadanos que se han tragado el bien elaborado menú consumista.
Las multitiendas llenan de ofertas "patrias" sus vitrinas, hacen sentir a los chilenos y chilenas que "es necesario" comprar tal o cual producto para sentirse verdaderamente "shileno".
Históricamente no habría nada que celebrar, pues la fecha en cuestión: 18 de Septiembre de 1810, fue la firma de un Acta que un grupo de oligarcas colonialistas firmó para asegurarse el control de los mercados en el territorio de Chile al saberse que Napoleón tenía prisionero al Rey de España.
Después de varios años, y numerosas batallas más la ayuda del general argentino José de San Martín, se pudo lograr la verdadera independencia de España.
Pero nuestro país, y con la directa intervención de la oligarquía nacional, ha ido convirtiéndose en un país donde se toma por cierto lo que en realidad no lo es.
Nuestras verdaderas independencias nunca se han celebrado, por el contrario, se han ocultado o reprimido. Cuando los obreros chilenos, en la época del salitre, lograron organizarse para acabar con la explotación de los ingleses en las Oficinas Salitreras, que no eran otra cosa que Campos de Concentración, fueron reprimidos con furia y sangre por parte del ejército. Un ejército, que como siempre ha sido en nuestro país, defiende a los intereses del poder económico. Lo mismo ocurrió para el 11 de Septiembre de 1973, una independencia política y ciudadana que nos liberaba del yugo capitalista internacional, donde nuevamente el ejército cumplió su papel mercenario.
Hoy seguimos siendo una pseudo colonia. Nuestras riquezas fundamentales: Agua, Energía, Minerales, Bosques, Carreteras, Medios de comunicación, Telecomunicaciones y sistemas de Salud y Educación, están en manos de empresas transnacionales. Principalmente españolas y consorcios europeos y norteamericanos.
El Gobierno de Chile no resuelve sus conflictos internos ni genera espacios de verdadera democracia, pero sí fomenta un ánimo de fiesta y despilfarro, la técnica política de Pan y Circo aplicada a gran escala.
Este fin de semana celebraremos un "Vil Centenario", 200 años de un país fundado en la mentira y la explotación. Con genocidas disfrutando de libertad y riquezas mientras líderes sociales e indígenas están presos por defender dignidad y derechos. 200 años de ser "la Copia feliz del Edén", como dice nuestro himno nacional, y que razón tienen esas palabras: Somos una "Copia" de algo que no sabemos que exista, un "Edén" sólo imaginado por devotos judeocristianos. Somos en definitiva la copia de algo no seguro. Nuestra identidad es tan efímera e incierta como lo es la fecha real de nuestra independencia.
¿Qué debiésemos celebrar entonces? Pues nada al parecer, excepto quizás el hecho que hemos logrado ser el país más neoliberal del planeta. Ser el país con mejor desarrollo económico en el continente, pero con el más alto nivel de desigualdad del mundo.
Esta fecha, donde salen a desfilar los militares, que en los últimos cien años sólo han matado a chilenos, habrá mucha gente aplaudiendo sus marchas e impecales uniformes, olvidando que esas armas, compradas con nuestros recursos, sólo están al servicio de un minúsculo pero poderoso grupo de traidores. Los mismos que guardan sus riquezas fuera del país, que explotan y menosprecian a los ciudadanos comunes y que sienten mucho regocijo al ver que con unas cuantas empanadas y mucho vino, mantienen embriagados y domesticados a un país entero.
Habrá gente, eso sí, que no se embriagará ni se comerá esa empanada vil. Que con la conciencia rebelde y con la palabra certera dirá las verdades necesarias.
Quizás le amarguemos el vino a algunos, o le indigestemos la empanada a otros, quizás, sólo quizás, pues es tan fuerte el somnífero que han empleado que cuesta mucho despertar.
Pero sacaremos nuestro vino libertario y nuestro alimento revolucionario, y brindaremos no por el Vil Centenario sino por la Independencia de América, Nuestramérica, que siguiendo el camino de Bolívar, Martí, Guevara, Sandino, Allende, Fidel, Evo, Chávez, Correa y tantos otros logrará esa liberación final, entonces nuestra fiesta será continental, humana y verdadera. Hasta entonces no hay nada real que celebrar, sólo la copia infeliz de un edén imaginario.
Temuco, 12 Sept. 2010.-
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